Ni todos los clientes son iguales ni todos los proyectos son igual de complejos, pero en todos ellos es fundamental entender las necesidades, plantear soluciones y comprobar si son adecuadas.

ENTENDER

La fase de entendimiento implica definir un escenario único que contempla lo que el cliente demanda, lo que el usuario necesita y las condiciones del mercado para establecer unos supuestos.

Escuchar, investigar y conversar a través de diferentes dinámicas es el mejor procedimiento para definir el contexto en el que todo el equipo, propio y del cliente, se une entorno a una visión compartida en la que empezará el proceso de ideación.

IDEAR

Aquí empieza el proceso creativo para generar, desarrollar y explorar nuevas ideas que den respuesta a los supuestos formulados dentro del escenario definido anteriormente.

En la fase de ideación se aplicarán los métodos que mejor se adapten a cada circunstancia: mapas mentales, 4x4x4, brainstorming, role play, analogías…

Entre las ideas surgidas decidiremos entonces cuáles pasarán a prototipo para ser testadas.

PROTOTIPAR

Los prototipos nos ayudan a validar o invalidar las soluciones propuestas al ser testados por un grupo de usuarios reales o, en su defecto, el equipo del cliente.

Si las circunstancias no permiten que se haga el testeo con usuarios reales o potenciales se deberá hacer con alguien que no haya estado involucrado en el proceso de definición.

A partir de aquí se harán las iteraciones necesarias hasta validar una propuesta que será llevada a cabo.

EQUIPOS DE TRABAJO

La metodología anterior nos permite configurar diferentes equipos según sean las necesidades de cada proyecto, alineando a todos los participantes en un punto de partida común y compartido.

Hay dos elementos clave en esta configuración de equipos. La primera es que en el equipo de trabajo siempre hay al menos un miembro del cliente, esa persona nos ayuda a mantener el foco en proyectos largos y complejos y nos garantiza que caminamos en buena dirección incluso en los proyectos más pequeños.

La segunda pieza clave es el jefe de proyecto que mantiene siempre una visión global del proyecto garantizando que los tiempos se respeten y que las entregas parciales o finales no sufran retrasos.

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